jueves, 18 de febrero de 2016

La Dieta de la Opinión

¿Por qué la mayoría sólo produce opiniones y no ideas?
Porque el hombre actual es el hombre del tiempo, más aún el hombre de los segundos. En tan poco tiempo solo algunos  sentimientos alcanzan a vivir, en la mayoría de las ocasiones estos sentimientos serán reaccionarios y a estos, el puñado de segundos que el hombre del tiempo le dedica, no le son suficientes para pasar de la mera opinión a las ideas y de allí a la acción lógica, cociente y organizada.

Las relaciones de este hombre del tiempo son consecuentes con su naturaleza apresurada; sus herramientas, sus hogares, sus parejas. 

El filósofo envigadeño bien decía que la mujer de este hombre es como sus libros, de escasas páginas.

Lo mejor que la palabra inmortal se encuentra en grandes cofres, las ideas perennes requieren de varios cientos de páginas para su codificación. De igual manera la mujer valiosa requiere extensión, grandes mentes solo se comprenden y se disfrutan en extensas tertulia, el intercambio de palabras, gestos y miradas solo será posible si dejada la dimensión temporal, se dedica la mente, tal gota que perfora la roca, a encontrar ideas y hasta aceptables opiniones, en esa mente femenina, en esa OTRA mente, que jamás sera como las cortas y banales novelas que consumimos rápido y de igual manera tiramos con desprecio por el tiempo robado. 
¿Qué hacer con la mujer de opiniones?  o tal vez mejor ¿qué hacer con la mujer de delgada mente? Pues consumir su escaso sabor de manera apresurada y alejarse lo suficiente, no sea que nos atrapen y nos sumerjan hacia el rigor de la mente delgada, que nos perfilemos hacia el hombre de opinión, hacia el hombre del segundo, no sea que nos convierta en hombres contemporáneos: seres insulsos y despreciables,  fanáticos, reyes de la opinión y de la falta de acción.

Las acciones, solo pueden ser producto de las ideas, las acciones falsas son el resultado de las opiniones. El animal solo pseudoacciones comete, pues hace lo que hace por mera instituto; de igual manera el hombre del tiempo actúa liderado por sus genes y llevado por sus opiniones, realmente no vive, simplemente pasa como una briza,  con la  peste de la  muerte.

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