jueves, 2 de junio de 2016

COMO SER UN JEFE SCOUT Y NO QUEMARSE EN EL INTENTO

En nuestra jerga el verbo quemarse se conjuga de manera constante con adjetivos como joven, inexperto, débil, tirano, solitario, manipulable, etc.
Un jefe realmente se puede quemar, y con esto me refiero a que se convierte en una baja más para el equipo de voluntarios que es el motor del movimiento scout; sin adultos voluntarios el escultismo no puede jugarse, los necesitamos para hacer real el gran juego a los chicos y chicas que acompañan, el adulto en el movimiento cambia vidas y permite que la fuerza vital del escultismo se perpetúe a sus muchachos y futuros jefes.
Las dificultades del jefe inexperto se pueden acumular y tarde o temprano se convierten en una
enfermedad crónica, que cual tumor debe ser extirpado o hace metástasis en el equipo, llevando a los grupos scouts a un desequilibrio crítico. Otra vía para las dificultades del jefe novel es convertirlas en lecciones, en servir a su formación integral y hacer de los errores fuentes de aprendizaje. Esta vía se hace realidad bajo una circunstancia: un compañero “mayor”, es decir otro jefe con experiencia que le permita identificar sus errores y convertirlos en aciertos para el futuro. El equipo de jefatura ideal tiene que tener en sus filas un “mayor”, ojo no un superior, se trata de un jefe que con sus experiencias, aciertos y desaciertos se le puede ver como una fuente de consulta, como un referente, más aún con la capacidad para intervenir en determinadas circunstancias que podrían desdibujar el fin del gran juego y llevar a vicios en el programa.
En el universo escultista, una de las supernovas es la humildad, cualidad innata del jefe ideal y del ciudadano que el movimiento quiere formar. Sin la humildad no se entiende el paisaje que nos pintó BP en Brownsea. Para comprender esta condicionante de la personalidad del jefe ideal empezare por decir que NO es la humildad. La humildad no es esconder nuestras habilidades, la humildad no es tratar de pasar desapercibido. La humildad es el resultado más brillante del autoconocimiento y del autocontrol, al reconocer lo que sabemos y lo que somos, podemos ver con claridad lo que no sabemos y lo que queremos llegar a ser, más aún podemos ver con mayor claridad al OTRO. La humildad nos permite actuar como reales apoyos a la formación de nuestros muchachos y de nuestros compañeros de jefatura. Para terminar este argumento de la humildad mencionare que ocurre si no tenemos humildad: pues tendríamos una venda en la ojos, no reconocemos al compañero jefe como par, no vemos la realidad de los chicos y chicas, no los podemos entender pues simplemente no nos conocemos a nosotros mismos, peor aún la ausencia de humildad nos lleva a hacernos una falsa imagen de nosotros mismos. Un jefe sin humildad no admite sus faltas, no reconoce su contexto así este le golpee en la cara, no hay fuerza capaz de derribar de sus ideas y de su proceder a un jefe que no tenga humildad, simplemente no puede, y lo más doloroso es que solo él, desde su intimidad y su reflexión podrá hacer germinar la humildad y de esta manera hacerse con una idea cercana a la realidad de su contexto.
El camino hacia la hoguera del jefe es la falta de humildad y la ausencia de compañeros “mayores”, es decir la soledad.
 Para ser un jefe scout y no quemarse en el intento basta con ubicarse en un equipo de jefatura, tener a la vista la experiencia y reconocerla y hacer de la humildad el bastón, la labor del adulto voluntario en el movimiento está lleno de alegría y grandes recompensas, pero hay que recorrerlo bien y jamás perder de vista la utopía de la educación ideal, del sueño perfecto en el que nos formamos jugando, en el que la acción en medio de la camaradería y la alegría jovial son las llaves para creer que se puede cambiar el mundo. 

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