lunes, 23 de febrero de 2015

RECONOCIMIENTO: Porce-Cisneros

16 de Mayo de 2014
2:00 PM
Damos inicio al recorrido adquiriendo el tiquete integrado del Metro hacia el Municipio de Barbosa con un costo de 3600$. El bus se aborda en la estación Niquia del Sistema Metro siendo las 2:30 pm. Este trayecto es rápido y tranquilo hasta el Hatillo, un corregimiento bastante grande de Barbosa, desde este enclave la cantidad de curvas y la congestión puede generar un viaje intranquilo y algo movido. 
Arribamos a la cabecera municipal de Barbosa hacia las 3:10 pm, desde el bus avistamos los microbuses que se dirigen hacia el corregimiento de Porce. Casi de inmediato abordamos el nuevo transporte, claro reconociendo en la premura del viaje unos cuantos segundos para comprar algún mango, helado o refresco con el cual enfrentarse de modo ingenuo el breve incremento de la temperatura con relación al resto del valle.
Desde Barbosa el viaje se torna incomodo, caluroso y agitado, la carretera se va deteriorando en el transcurso de los kilómetros, en el camino se pueden observar grandes estructura sobre el río Porce, más triste se hace el viaje con el triste gris del desarrollo y con su capacidad reflectiva, los rayos se sol chocan contra el pequeño transporte y lo único que anima es la brevedad del trayecto.
Llegamos a Porcesito a las 4:00 pm, al tocar el suelo, es inevitable contemplar las ruinas del antaño orgullo antioqueño, tanto en forma de viejos ensombrerados y más aún con las bellamente roídas runas de maquinaria y demás artilugios del Ferrocarril de Antioquia que parecen persistir a la espera de su reivindicación y reincorporación al servicio; esto al menos ocurre en nuestras mentes fantasiosas que  ven vibrante el poder de la gran Antioquia. En fín solo acatamos tratar de atrapar estas fantasías en forma de nostálgicas fotografías. En este corregimiento encontramos un viejo que se encontraba a punto de partir hacia Santiago, nos pidio 3000$ por el transporte en su motorodillo, un artilugio antioqueño, la fusión de una Lambretta y un mini-vagón, el transporte tenia ajustado una suerte de remolque en el cual el quinto pasajero que nos acompaño supo arrumar unos bultos de gallinaza. El viaje es placentero, el viento suave, el atardecer, los perros ladrando y correntiando este extraña reencarnación del ferrocarril. Entre las menguantes curvas se va dejando atrás el gran valle bañado por los últimos favores de Apolo.





Cerca del corregimiento de Santiago el motorodillo detuvo su marcha y el dueño del abono procedió a su desembarco, en medio de este proceso al mirar hacia su casa vimos un ave silvestre perchada en la puerta, al indagar sobre el avistamiento el campesino que terminaba su viaje nos contó sobre sus guacharacas, las crió desde muy pequeñas, su compañera al ver el entusiasmo fue por el otro ejemplar, el orgulloso dueño las mostró indicando su total domesticación y docilidad, atributos extraños en estos animales. 

El viaje termino frente a más edificios antiguos, Santiago nos recibió con su túnel , sus edificios restaurados y un bello patio que nuevamente lleva nuestras mentes a viajar en el pasado.


A las 5:05 pm nos internamos en la oscuridad y humedad del túnel de la Quiebra, la caminata se hace difícil debido al sustrato pedregoso y húmedo por lo cual es indispensable zapatos de suela dura, durante el recorrido se hace visible la inclinación del túnel, pensamos que tal vez existan una diferencia de unos dos o tres metros entre los extremos del túnel que recorrimos en exactamente una hora, aunque realizamos dos o tres paradas para buscar la señal de la mitad del túnel, que jamas encontramos tal vez por la natural necesidad de salir rápido de las penumbras. 
Al llegar a El Limón ya la luz nos dejaba, presurosos realizamos algunas averiguaciones concernientes a la búsqueda de posibles terrenos para acampar en próximas visitas. 

El trayecto entre El Limón y Cisneros es culebrero pero sencillo, diferentes atajos permiten evitar la serpenteante carrilera que parece contrariar la lógica en algunos sitios.
llegamos a la cabecera municipal de Cisneros a las 7:40 pm donde no tardamos en encontrarnos con un amigo que previamente contactamos y nos acompaño en nuestro descanso al son de un par de cervezas. Álvaro nos enseño algunas calles del pueblo, al poco tiempo cenamos en uno de los hoteles y en medio de la abundante comida un torrencial aguacero destruyo los planes de reconocimiento de la noche. Nos vimos obligados a esperar en una angosta acera la llegada en un motocarro; un típico medio  de transporte de la mayoría de pueblos antioqueños, nos acomodamos los cinco, primera estación la morada de nuestro guía y posteriormente el hotel-balneario donde pernoctamos.

17 de Mayo de 2014
7:00 AM
El calor, más que los ánimos no hizo salir de la habitación y reiniciar nuestra labor. salimos hacia la ladera sur donde buscamos diferentes posibles terrenos para acampar, en uno de los sitios se nos informo casi de manera grosera la disponibilidad del lugar pero con costos económicos exagerados, en otra finca, la negativa fue directa debido al mal comportamiento de otros campistas. a las 11:20 am ya habíamos recorrido toda la ladera sur occidental sin encontrar ningún resultado positivo. Procedimos a contactar a nuestro guía, que nos cito inmediatamente frente a la Iglesia, al llegar nos llevo al atrio de la iglesia desde donde nos señalo una tercera opción. Las indicaciones fueron precisas. 
En una pequeña casa incrustada en la montaña donde llega aún el ruido suburbano del antiguo floreciente pueblo ferroviario, encontramos a don Gabriel, nos informo amablemente la disposición del terreno,  unos cientos de metros más arriba de su inverosímil morada, agradecidos continuamos ascendiendo y encontramos en el filo de la montaña mas sur oriental de Cisneros, nuestro próximo sitio de campamento.



Cisneros es un municipio que aún se aferra a la promesa rota de crecimiento, el tren murió en sus puertas, la locomotora 45 yace como una mascara mortuoria en su centro. 




El pueblo se orienta casi a la perfección de oriente a occidente, las calles son paralelas a la estación y avanzan hasta que las montañas las detienen. 

Los días como hoy se ve más gente, los viernes, sábados y domingos arriban las recuas  cargadas de panela recién enfriada, las moliendas todavía producen tremendas fumarelas y olores dulzones que indican la nueva vocación agrícola de este hijo del ilustre ingeniero Cubano. 



Después de recorrer sus calles, conocer algo de su gente y revivir de alguna nostálgica manera su romantico pasado, tomamos un bus, un ruidoso bus, cuanto quisimos tomar el tren, ¡como quisimos!, pero a nosotros nos toca viajar en bus y fantasear con el esqueleto del  Estado de Antioquia.























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